dimecres, 18 de setembre del 2013

Capítulo V: No puedo creerlo

Le expliqué a Adrián que ella me había esperado, que me había dicho que no pasaba nada, que  me había abrazado y dado un beso en la mejilla.
Había pasado ya un cuarto de hora, y seguía notando sus labios rozando mi mejilla. Algo muy extraño, pero me encantaba esa sensación.
Aún podía sentir el latir de mi corazón a un ritmo fuera de lo normal, como si hubiera acabado un partido de fútbol a la máxima intensidad.
No quería hacerme ilusiones, pero algo se había encendido dentro de mi, que me decía que era momento de ponerse a luchar por lo que quería.
Sabía que no iba a ser fácil, ni muchísimo menos. Pero tampoco imposible. Los imposibles no existen. La única cosa imposible que existe en este mundo, es revivir después de la muerte. Eso es lo único, lo demás, es complicado, difícil, duro, etc.
A partir de ahí, yo sinceramente, veía que la chica de la sonrisa me trataba diferente. ¿Por pena? Pues lo mas probable. También tenía un poco de esperanza en que fuera porque estaba empezando a sentir algo por mí. Pero esa esperanza solo ocupaba un 2% y exagerando.
La gente me decía;
- ¡No pierdas el tiempo…!
- Ahora ella se sentirá mal y a lo mejor la haces estar incómoda
Miles de frases que me hundían, obviamente, pero a la vez me daban mas ganas de seguir luchando, para conseguirlo y decirles:
¿VEIS? ¡LUCHANDO SE CONSIGUE TODO LO QUE TE PROPONES! ¿NO ERA IMPOSIBLE? PUES MIRAR, OS COMÉIS LOS MOCOS AHORA.
Sabía que para que yo llegara a decir esa frase, tenía que pasar MUUUUUCHO tiempo.  Pero no perdía las ganas de intentarlo.
Me estaba los días con ella, siempre me abrazaba, o me apretaba la cara y me daba un beso. Cosas que a mi, me hacían coger fuerzas. Empezaron a salir los típicos listillos de turno a decir, que me estaba haciendo ilusiones, que me abrazaba y me besaba y finalmente me mandaría “a la mierda”, y que me estaba engañando. Eso nos dolió, tanto a ella como a mí. Yo sabía que no lo hacía para hacerme daño, lo hacía porque a ella le salía hacerlo. En el fondo, tanto ella como yo, sabíamos que estábamos destinadas a estar juntas. Solo que no sabíamos cuando llegaría ese momento.

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